Hebreos 2; 3
¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan
grande? Esta salvación, que al principio fue declarada por el Señor, nos fue
confirmada por medio de los que oyeron,
Un tema dominante en
hebreos es que Cristo es infinitamente mucho mayor que todos los otros medios
propuestos para llegar a Dios. La fe que antes tenían era buena, les dice el
autor a sus lectores judíos, pero debe ponerse la fe en Cristo. Así como Cristo
es superior a los ángeles, su mensaje es mucho más importante que el de ellos.
Ninguno escapará del castigo de Dios si permanece indiferente a la salvación
ofrecida por Cristo.
Los testigos
presenciales del ministerio de Jesús les habían transmitido sus enseñanzas a
los lectores de este libro. Estos lectores eran creyentes de una segunda
generación que no habían visto a Cristo en la carne. Ellos son como nosotros;
no hemos visto a Cristo en persona. Basamos nuestra creencia en Jesucristo
tomando en cuenta los relatos de los testigos presenciales tal como aparecen en
la Biblia.
La mente y la memoria son como vasos quebrados que
no retienen lo que en ellos se vierte, si no se pone mucho cuidado. Esto
procede de la corrupción de nuestra naturaleza, las tentaciones, los afanes y
los placeres del mundo. Pecar contra el evangelio es rechazar esta salvación
grandiosa; es despreciar la gracia salvadora de Dios en Cristo, tomándola con
liviandad, sin interesarse por ella ni considerar el valor de la gracia del evangelio
o su necesidad, ni a nuestro estado de condenación sin ella.
Los
juicios del Señor durante la dispensación del evangelio son principalmente
espirituales, pero tienen que temerse más por eso. Aquí se apela a la
conciencia de los pecadores. Ni siquiera su descuido parcial escapará de las
reprimendas; porque suelen traer oscuridad a las almas que nos destruyen
definitivamente.
La
proclamación del evangelio fue continuada y confirmada por los que oyeron a
Cristo, por los evangelistas y apóstoles que fueron testigos de lo que
Jesucristo empezó a hacer y a enseñar; por los dones del Espíritu Santo fueron
equipados para la obra a la cual fueron llamados. Todo esto fue conforme a la
voluntad de Dios. Era la voluntad de Dios que nosotros tuviéramos una base firme
para nuestra fe y un fuerte cimiento para nuestra esperanza al recibir el
evangelio. Preocupémonos de esta sola cosa necesaria, estudiemos y escuchemos la
voz de Dios en las Sagradas Escrituras, escritas por los que oyeron las
palabras de nuestro Señor de gracia y que fueron inspiradas por su Espíritu;
entonces, seremos bendecidos con la buena parte que no puede ser quitada.
Entre
los cristianos tibios y liberales se dan también personas muy decentes y
honradas que se guardan muy cuidadosamente de toda transgresión burda de la ley
moral. Nuestra carta no lo niega, pero lo que afirma es que el hombre,
repudiando el Evangelio o desinteresándose por la fe se expone a un peligro
incomparablemente mayor de fallar la meta de su vida. Puede ser llevado a la
deriva, como un nadador que quiere cruzar una corriente impetuosa y no logra
llegar a la orilla salvadora
¡Maranata!¡Ven pronto
mi Señor Jesús!
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